Buen día, hermanos y hermanas. Que Dios Todopoderoso, que nos ha enviado el Espíritu Santo por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, nos conceda la Luz de Su Verdad, y así, por la intercesión de santa María Magdalena de Pazzi, podamos conocer más de Él y de Su Plan de Amor y podamos darlo a conocer a todos los que más necesitan de Su Misericordia.
Hoy se cumplen cuarenta y un años de que “La Piedad” de Miguel Ángel haya sido atacada a martillazos en la Basílica San Pedro, y, desde entonces, se han hecho estudios y documentales sobre la restauración de tan preciosa escultura. Hoy hay una jornada de estudios en este sentido en Roma, incluyendo la proyección de un documental restaurado y digitalizado pedido por el papa Pablo VI sobre la escultura. Justo hoy Dios ha querido que nosotros reflexionemos sobre el último capítulo, el VII, de la Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium que trata sobre el Arte y los Objetos Sagrados.

Las artes son actividades nobles del ingenio humano, ya que expresan la belleza, y toda belleza hace referencia a Dios. Cuando el arte religioso se utiliza para para “orientar sanamente a los hombres hacia Dios” (SC 122) es llamado arte sacro o sagrado. La belleza y el decoro del arte sagrado y su facilidad para transmitir a través de signos y símbolos las realidades terrenas y celestiales son las que han hecho que la Iglesia buscara de su servicio. Pero el arte sagrado no es cualquiera cosa; el arte debe servir al culto con dignidad y belleza, sin importar el estilo artístico (cf. SC 123).
El arte sagrado busca la noble belleza de lo representado, no sólo la suntuosidad. El arte sagrado (pintura, escultura, arquitectura, vitrales, grabados, relieves…) debe llevar a quien lo contempla a un más profundo sentido de su fe y a un enamoramiento por la belleza de Dios. Si los templos o las artes que los adornan anulan la piedad cristiana, ofenden el sentido religioso o impiden la celebración de acciones litúrgicas, no es arte sagrado que deba ser aprobado por la Iglesia (cf. SC 124). Miremos que la postura de la Iglesia no es una de excesiva veneración de lo representado ni de aniquilación de las representaciones: debe mantenerse “la práctica de exponer imágenes sagradas a la veneración de los fieles” (SC 125), guardando un debido orden entre ellas para que “no causen extrañeza al pueblo cristiano ni favorezcan una devoción menos ortodoxa” (ibíd.).
Debe haber una comisión diocesana de arte sagrado que oriente a los obispos y a todos los interesados en este tipo de arte (cf. SC 126). El problema es que siempre estamos esperando que sea otro el que se encargue de iniciar y luego nosotros le seguimos sus pasos. En este sentido es bueno reflexionar que el cristianismo nunca ha sido una noticia de imitación, sino que siempre ha habido hombres y mujeres que salieron de sus comodidades para iniciar un proyecto de evangelización inspirado por el Espíritu Santo. A veces me pregunto qué esperan los estudiantes de arte y de publicidad y de arquitectura que se hacen llamar católicos en iniciar estas cosas necesarias. Y luego son los primeros, incluyéndome, en criticar para nuestros adentros la “falta de gusto” de parte de los presbíteros o de los obispos. Los obispos esperan por nosotros y necesitan de gente conocedora para que el mensaje llegue de manera adecuada (cf. 127 y 128). Casi nadie del clero se interesa por estas cosas, y los interesados siempre tienen otras cosas que hacer. Hagamos lo nuestro como laicos comprometidos con nuestra Iglesia.
Los estudios que realizas o realizaste que pudieran dar a conocer el Evangelio de una mejor manera sin irrespetar el decoro, ¿por qué estás esperando que te lo pidan? Ofrece el servicio. Ofrece tu vida. Miguel Ángel Buonarroti elaboró “La Piedad” en 1496 con tan sólo veinte años de edad, y es una obra que al día de hoy da a entender que la Iglesia joven contempla la Muerte de Su Señor con la esperanza de Su Resurrección. Esta evangelización sigue a más de 500 años; ¿no querrás tú, que tienes esa posibilidad, hacer un trabajo evangelizador similar? Acércate a un presbítero o a un obispo, acércate a alguien que tenga tus mismas inquietudes. No dejemos que la desidia se apodere de nuestra fe. No dejemos que la belleza que Dios nos ha permitido representar de todo lo que existe caiga en las tinieblas de la iconoclastia por indiferencia. El arte sagrado es evangelización; colabora tú con lo que puedas.