Buen día, hermanos y hermanas. Dios que es todo Amor nos muestre hoy Su Rostro en los demás y nos ayude a reconocer las Obras de Sus Manos en todo lo que contemplemos, y que, por la intercesión de san Crispín, san Crispiniano y santa Paulina Jaricot, sepamos reconocer la misión que tenemos en la Iglesia y ponerla en práctica.
La semana pasada pude leer una noticia que hacía referencia a uno de los tantos “cables” de Wikileaks que hacen referencia a la Iglesia Católica. La noticia afirmaba que, según en cable, los EE.UU. entendían que la Iglesia Católica dominicana tiene una gran influencia social para denunciar los problemas y hacer críticas, pero “no señala a los culpables ni propone posibles soluciones”. Mucha gente en el mundo puede estar de acuerdo con esto, incluyendo a los no dominicanos con sus Iglesias (norteamericana, salvadoreña, mexicana, colombiana, argentina, española, peruana…). Sobre esto es que quiero que reflexionemos hoy: ¿Cuál es la función de la Iglesia?
Estoy realizando un diplomado en Enseñanza Social de la Iglesia, y en él tengo que presentar hoy un reporte de lectura de un documento de la Iglesia. La mayoría tomó documentos universales: encíclicas papales, exhortaciones, constituciones… pero yo decidí incursionar en una parte bien ignorada por mí de mi Iglesia: la Conferencia Episcopal de mi país. Desde el año 1955 este órgano eclesial, que es quien me rige directamente, ha estado escribiendo y definiendo las posturas de la Iglesia en la que yo vivo, pero nunca me había detenido a analizar con cierta profundidad lo que decían. Para mi sorpresa, encontré textos que hacen referencia a que el bien social es responsabilidad de todos. Es más, con motivo de los 500 años de haberse denunciado oficial y públicamente por vez primera el irrespeto que se le tiene a la dignidad humana en el Sermón de fray Antón de Montesinos, este año se ha publicado una carta pastoral que ataca fuertemente a los responsables de este daño: a los políticos, a los católicos, a los políticos católicos y a todos los católicos que deberían estar de lleno en la política. Durante más de 50 años se han denunciado las cosas por medio de la Conferencia del Episcopado, y antes de su existencia, durante 500 años. ¿Cuál es la función de la Iglesia, entonces?
El pasado Domingo 23 era el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), que lleva 189 años realizándose, con el fin de estimular la ayuda espiritual y económica a los misioneros, que se ocupan de evangelizar más de una tercera parte de los territorios donde está la Iglesia –según las estadísticas, cerca del 37% de la Iglesia Católica está constituido de territorios de misión–, y todo fue inspirado a una joven santa de 23 años de edad llamada Paulina Jaricot para que el Evangelio fuera conocido por todo el mundo. Hoy contamos con la intercesión de dos santos, Crispín y Crispiniano, que, al igual que todos los santos, se encargaron de enviar el mensaje de Jesucristo desde su lugar de trabajo, que era una zapatería en el siglo III. Por igual, Jesucristo nos recuerda en el Evangelio de hoy que el Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza o a un poco de levadura, ambas cosas son pequeñas pero tienen grandes consecuencias (cf. Lc. 13, 18-21). ¿Cuál es, por lo tanto, la función de la Iglesia?
Si reconocemos que la Iglesia somos todos los que hemos sido bautizados en la fe trinitaria, entonces responderíamos a esa pregunta de la misma manera que lo haría el Concilio Vaticano II: “su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios” (GS, 40). Como esto es así, a los laicos les corresponde una gran misión, puesto que son mayoría y son quienes pueden y deben incursionar en las actividades sociales como profetas que son llamados a ser. La misión de los laicos es vivir santamente su vida laboral y apostólica, realizar santamente su vocación a la vida conyugal y familiar, y así consagrar a Dios el mundo (cf. LG, 34). Si sólo la jerarquía de la Iglesia de tu país es la que denuncia los males contra la dignidad de cada persona, es porque tú no has hecho nada al respecto. Con tu trabajo santo puedes denunciar a los demás, aunque implique perder tu posición laboral. Si los católicos nos unimos en cada país, alcanzamos un beneficio para todos, ya que procuramos el respeto de la dignidad humana, y eso implica a todos. Te invito a unirte a la lucha de tus obispos y sacerdotes, a estudiar los documentos que emite la Conferencia de Obispos, y a ser fermento en tu tierra a partir de lo que ellos han recibido como inspiración divina.