He aquí la muestra de que estamos llamados a trabajar por el Reino en el Nombre del Señor: “el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún”. El Señor Jesucristo no quiere limitarse a salvarnos, sino que Él busca que nosotros nos ayudemos mutuamente en esa empresa. Tan sencillo como esto: si no ayudamos a los demás, no podemos salvarnos, debe, entonces, haber siempre gente a la que haya que ayudar.

Todo lo que hacemos debemos procurar hacerlo por amor a Dios. Sea barrer, como san Martín de Porres, sea ser portero, como san Alonso Rodríguez, o quizá sea estudiar y ser profesional, todo debemos hacerlo porque Dios nos ha concedido justamente esa tarea para que los demás puedan conocerlo a Él por medio del Amor con el que la realizas. Por ello, no es correcto quejarse de lo que se tiene, sino poder mirar la Voluntad de Dios en donde se está.

Si Tomás le dice al Señor que no sabemos el camino a donde Él va, nosotros sí sabemos que debemos ser como nuestro Señor Jesucristo es. Él pudo haber venido como un filósofo, como un fariseo, como un profeta, como un rey, pero decidió venir como un judío iletrado que llamó a otros tantos para ser sus discípulos. Si seguimos a Cristo Jesús con nuestra manera de ser, podremos llevar a los demás a Él, y, por Él, al Padre.