¿Cómo es que nos ha llegado todo el Amor de Dios que nuestro Señor Jesucristo con su Vida y sus Misterios nos demostró? Por medio de los Apóstoles, que fueron catequizados por el mismo Señor Jesús, que participaron de la mesa del primer banquete eucarístico, que le vieron realizar maravillas y que fueron a todos los pueblos a dar a conocer todo esto y a bautizarnos.
Estos apóstoles siguen hoy por medio de la sucesión, y son nuestros obispos. Y, a su vez, necesitaron de colaboradores, nuestros presbíteros. Son éstos los obreros que trabajan en la mies de Dios día y noche, y son los pocos por quienes debemos orar por perseverancia. Pero, por igual, debemos presentar a nuestros hijos la posibilidad de ser obreros de la mies del Señor, porque debemos darlos gratis, si gratis los hemos recibidos.
De alguna manera, y no sólo por medio de la jerarquía de la Iglesia, nosotros también participamos de los mandatos de Cristo. Por ser bautizados, tenemos el llamado de ofrendar nuestras vidas para que los demás conozcan del Señor, porque el mundo definitivamente anda descarriado, como ovejas sin pastor. Proclamemos juntos que el Reino de Dios está aquí, y que nuestro Dios quiere que todos nos salvemos.