Buen día, hermanos y hermanas amados en el Señor. Pidamos a Dios Padre lleno de misericordia que nos conceda ser siempre defendidos por los santos ángeles, para que ellos nos muestren el Amor Suyo por la compañía eterna que nos brindan.
Hace tres días celebramos la fiesta de los santo arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, y hoy celebramos la memoria de los santos ángeles custodios. Debido a lo que solemos encontrar en nuestras prácticas religiosas, es necesario aclarar ciertos puntos con respecto de los ángeles. No es infrecuente, sobre todo en los países latinoamericanos que tienen influencia africana, encontrar que en estos días se utilicen las imágenes de estos ángeles y arcángeles para simbolizar “fuerzas“, “poderes“, “potencias“, “energías” o “divinidades” a las cuales se acude para obtener favores. Tenemos imágenes de san Miguel arcángel como especie de amuleto que nos defiende de las hechicerías y de las brujerías que pudiera alguien realizar contra nosotros. Nos hemos olvidado del carácter personal de estas criaturas, y las vemos como “seres buenos” que representan el bien luchando contra el mal. Nos hemos alejado de nuesra fe católica en este sentido.
Una de los temas que más duele es ver páginas católicas de internet o tiendas católicas con la presentación de los siete arcángeles de Dios. Las Sagradas Escrituras nos dicen que hay siete arcángeles en la presencia de Dios (cf. Tb. 12, 15), sin embargo sólo aparecen los nombres de tres de ellos: Miguel, en el Apocalipsis; Gabriel, en el evangelio según san Lucas; Rafael, en el libro de Tobías. Los demás nombres proceden de libros apócrifos, es decir, de libros que no pertenecen al canon y que, por lo tanto, no pueden considerarse como revelación de Dios. No es de católicos tener figurines o imágenes o hacer referencia a “Uriel“, “Baraquiel“, “Saeltiel” y “Jehudiel” ya que podemos sin intención hacer referencia al ocultismo o a la Nueva Era (New Age). Lo mismo nos sucede con los ángeles custodios, que los tratamos como si fueran fuerzas protectoras e incluso nos atrevemos a afirmar cuáles son sus nombres. Es un irrespeto hacia Dios decir “mi ángel me dijo que se llama Pedrito” y otras frases similares, porque, los nombres de los ángeles denotan su función, su oficio, lo que hace.
Un ángel se nos es asignado en el momento en el que se nos da la vida. Nos custodia, nos protege, nos guía. Como son seres personales, son capaces de escandalizarse de nuestros pecados y de alegrarse con nuestra obediencia. Ellos conocen nuestros pensamientos, peor no porque tienen esa facultad, sino porque están con Dios, y Dios conoce los pensamientos nuestros. Son mensajeros de Dios que se encargan de que la gloria de Dios brille con fuerza en este mundo. Si estaban presentes en el momento del inicio de la vida de Jesucristo (cf. Lc. 1, 11), si estaban presentes en Su nacimiento (Lc. 2, 9ss), si estaban presentes en Sus pruebas (cf. Mc. 1, 12) y en Su sufrimiento (cf. Lc. 22, 43), si anuncian Su Resurrección (cf. Mc. 16, 5ss), y estarán presenten en el Juicio del Señor (cf. Mt. 25, 31), ¿cómo no nos beneficiaremos nosotros de su ayuda constante si ellos han sido los enviados de Dios para todos los que creemos en Él, y “a Sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra” (Sal. 90, 11-12).
La mezcla que permitimos que haya en nuestras cabezas sólo puede reflejarse en nuestra fe. Así, como vemos que hay personas católicas de cierta autoridad que hablan de los ángeles con una asombrosa similaridad a la Nueva Era, entendemos que eso podemos aceptarlo y asimilarlo. No. No nos dejemos engañar. Los ángeles son de Dios para Su servicio y gloria, y Él es quien nos los asigna en nuestras protecciones y guías. No tenemos ningún mérito propio para contar con el auxilio especial de ellos; el único mérito es el de Jesucristo, quien es Imagen de Dios invisible, y por quien hemos sido creados nosotros. No caigamos en un ritualismo esotérico cayendo en trueques con Dios por medio de los ángeles. Pero tampoco caigamos en un olvido de ellos. Realmente, no estás solo o sola, sino que Dios ha dispuesto con inefable providencia e infinita benevolencia que seamos guiados por ellos hacia el único y verdadero Bien, que es Dios. Podemos orar sin miedo a ellos, pero recordando que ellos son creaturas de Dios, y que, por lo tanto, siempre hacen referencia a Él. Si la relación con los ángeles te aparta de Dios revelado por Jesucristo en la Iglesia, o son inventos de tu cabeza o son ángeles caídos (demonios) aquellos con quienes te relacionas.