Amar a nuestro Señor Jesucristo es lo mismo que guardar sus mandamientos. Es difícil criticar a alguien que siempre cumple las normas. De lo más que pueden criticarlo es de ser muy cumplidor. Y el “mal” que puede generar es que los demás calumnien sobre él. Pero, si esto lo hicieron con el Señor Bueno, ¿cómo creemos que nos veremos librados nosotros?

Ya el Señor anuncia que tiene que subir a reinar en el universo a la diestra del Padre. Sin embargo, nos dice que no se va del todo, sino que espiritualmente se queda con nosotros, y que esto lo sabremos cuando venga el Espíritu que nos promete. Nuestro deber ahora consiste en guardar el mandamiento del Amor a Dios y a los hermanos a toda costa: protegiendo y defendiendo la vida, el matrimonio, la familia, la verdad.

El mundo espera que seas ladrón o mentiroso. El mundo espera que utilices tus influencias para conseguir favores. Pero Dios te dice que con eso te condenas, porque no eres fiel al Amor. ¿Crees que estás amando a tus hijos cuando les enseñas a mentir para “sobrevivir en este mundo”? Les enseñas a desconfiar en todos, les enseñas de injusticia, de inmisericordia, de imprudencia. No. Ama y enseña a amar; así regalarás los dones eternos a los que te rodean.