¡Qué injusto nos parece el propietario de la viña! Y, en muchas ocasiones, esta parábola la aceptamos a regañadientes, porque, aunque es cierto que se ajustaron en un denario, no parece lógico que los que menos trabajaron reciban la misma paga que los que hemos estado en la fe desde hace mucho. Y el Señor nos llama envidiosos porque queremos que Él haga con lo Suyo lo que nosotros queremos.

Pues hoy se nos habla de la Salvación. Aunque no nos parezca lógico humanamente hablando, Dios no regalará menos salvación a aquellos que le conocieron al final de sus vidas. Dios es infinitamente bueno, y Él se regala a sí mismo. Pero debemos abrir los ojos y pensar como hijos de Dios, no como hijos de las tinieblas: recibimos el mismo pago al final del día, pero, los que trabajamos desde temprano, obtuvimos mucha confianza del dueño de la viña, fuimos alimentados por Él y logramos que las uvas de la viña puedan ser mejores.

Satanás quiere engañarnos haciéndonos pensar con mentes limitadas. Nos hace creer que lo que importa es llegar, y que el camino es irrelevante. No es así. Los que hemos empezado a trabajar temprano en la viña hemos tenido más oportunidad de salvarnos que los que no han empezado. Seamos agradecidos, y ayudemos a que otros trabajen por su salvación.