¡Gloria a Dios por este día lleno de tantas oportunidades! Que este día y toda esta semana podamos continuar abriendo nuestros ojos ante las grandezas que Dios mismo nos manifiesta por Amor. Que no nos quedemos sólo en lo aprendido y conocido, sino que aprendamos a aprender y conocer a Dios en todo lo que hace en Sus hijos. Pidamos que, por la intercesión de santa Ana y san Joaquín, y la intercesión especial de santa María Reina, nuestra fe pueda alcanzar el grado de mover montañas y nuestros actos sean capaces de demostrarlo.
Muchos conocemos la frase que utiliza san Pablo a los romanos sobre la omnisciencia de Dios: “Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” (8, 28), pero, por igual, muchos ignoramos el contexto en el que Pablo afirma esto. Por ejemplo, el texto que citamos no concluye así, sino que luego dice “de aquellos que Él llamó según su designio”. Y, si seguimos leyendo los dos siguientes versículos que aclaran la idea de Pablo, veremos cuestiones interesantes como que Dios conoció de antemano a unos cuantos de manera especial, que esos cuantos están predestinados a parecerse a Su Hijo Jesucristo, y que esos fueron llamados, justificados y hasta glorificados por Él. Y se preguntaría cualquiera: ¿Dios tiene favoritismos? ¿Dios elige personas específicas? ¿Eso no es limitar la libertad que le da a alguien? Sobre eso reflexionaremos hoy.
Dios te ama como a nadie, porque te ama de una manera única; Él no puede hacer otra cosa que amar, porque Él es Amor. Eso lo tienes claro. Pero, ¿no te has preguntado si Dios te ama igual dependiendo de cuánto lo dejes amarte? La demostración del Amor no es algo de una sola vía, por lo tanto, Dios no puede darte el Amor que tiene hacia ti si tú no se lo permites; sin embargo, hay quienes sí se dejan amar por Dios y, por lo tanto, pueden manifestar ese Amor hacia Él, hacia los demás y hacia sí mismos. Esto son los que de verdad comprenden y perciben que todo lo que sucede en sus vidas y en las de los demás es para el bien suyo. El conocimiento del Amor de Dios no es un optimismo del creyente, sino una fe viva puesta en obras que confía ante las contradicciones que propone la sociedad de hoy. La fe no es una actitud, sino un don de Dios y, por ello, la fe crece en la medida en que dejas que Dios manifieste Su Voluntad en cada momento de tu vida.
La predestinación no es una limitación de la libertad que Dios nos ha dado, sino una confirmación de la misma. Si la ves con ojos cerrados a la fe, verás que Dios es malo, porque conoce todo lo que sucederá y sabe quién se salvará y quién no; entonces, de nada sirve esforzarse, de nada sirven las obras, las acciones, los sacrificios, las oraciones. Pero, si abres los ojos al Amor –y no te dejas maltratar la existencia por Satanás, el padre de la mentira–, te darás cuenta que Dios nos ha predestinado a ser salvados por Jesucristo y que nos ha predestinado, pues, a la santidad. Todos los seres humanos han sido creados a Imagen Suya y, por lo tanto, todos tienen la facultad de ser santos al buscar el reflejo que tienen en esta perfecta creación. El inconveniente es que el pecado tiene más atracción… y esto es lógico, puesto que el demonio quiere que caigas y tiene que crear mentiras más seductoras que la Verdad, pero no por ello dejan de ser mentira.
Como hay tantos motivos de pecado en la actualidad, muchos piensan que es más difícil aceptar el plan de Dios y ser santos. Pero a ustedes les digo que dejen de hacerse los tontos. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (cf. Rom. 5, 20) y ello sólo quiere decir que mientras más tentaciones, más pruebas, más sufrimientos hay, muchas más oportunidades de glorificarse Dios existen. Todos los que se dejan amar por Dios son los favoritos de Dios, los amados, no porque Dios ame sólo a quienes le buscan, sino porque el Amor se manifiesta plenamente en aquellos que se dejan amar. Es como la luz: refleja más perfectamente la luz aquello que esté más plenamente en su camino. No es mérito nuestro el reflejar el Amor, pero sí es mérito nuestro el utilizar nuestra humanidad para que Dios pueda hacernos reflejos Suyos.
¿Estamos predestinados, entonces? Sí, y orgullosos de serlo, porque hemos sido predestinados al Amor, a la Salvación, a la Libertad verdadera. Y mientras más amemos y comprendamos la Verdad revelada en Jesucristo, más parecida a la Suya será nuestra Imagen. Si existiera un truco, una manera sencilla de alcanzar la santidad, sería: déjate amar por Dios. Ni siquiera es un grupo de acciones, ni mucho gasto de energía. Me atrevo a decir, en este contexto, que la santidad es dejar que Dios haga allí donde tú no haces, y dejar que Dios ame, allí donde no sabes amar.